Durante años los burros eran tomados como la compañía perfecta para las labores del campo, ya que eran una de las especies equinas que mejor se adapta a vivir en zonas desérticas, además de ser el símbolo de ignorancia en las escuelas de todo el mundo, esto por sus largas orejas (a quien no castigaron con las orejas de burro por no saberse la lección), siendo estas las herramientas adecuadas para detectar frecuencias de audio imperceptibles y disipar su calor corporal.
Una investigación de 1991 determinaba que en México existían alrededor de 1.5 millones de burros, en estos años COVID, sólo existen 500 mil ejemplares que están en el olvido de la población. Se considera que este decrecimiento se debe a la modernización de las labores agrícolas, la explotación y el desinterés por su conservación.
Los burros han sido usados como animales de carga por su fortaleza, gracias a su estructura ósea que le permite una capacidad de arrastre de hasta 4 veces su propio peso, y, se acuerdo a la edad, pueden remolcar hasta 2 toneladas de peso.
Aunque en Latinoamérica no hay muchos esfuerzos para conservarlos, en Otumba, Estado de México, se encuentra desde el 2006 una zona protegida para su conservación, Burrolandia, donde también llevan a cabo la Feria Internacional del Burro, con la que se recaudan diversas donaciones para el santuario que se dedica a la conservación y cuidado de esta fiel especie.
Otro lugar es en España, donde se encuentra El Refugio del Burrito, que es una subsidiaria de The Donkey Sanctuary de Inglatrerra, que se dedican a rescatar y cuidar burros domésticos, así como realizar diversas actividades con las personas para que puedan convivir con esta especie.
El burro, una especie en extinción en México, en National Geographic en español, sep 20